Psicóloga Sanitaria, Sexóloga, Terapeuta de Pareja y Familia

26 de mayo de 2025

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Esa tal «Generación de cristal»

Este término se ha venido usando para referirse a las personas de la última generación, con la intención de demarcar cómo responden a las situaciones, la afectación que tienen los acontecimientos sobre ellos y en general como viven. Me han comentado mucho en consulta cosas como las siguientes “estos niños de ahora no aguantan nada” o “se aburren con mucha facilidad” “todo les afecta y hacen un drama”. En todas las generaciones hay un cambio, es decir, nos observamos y comparando con nuestros padres y podemos pensar en “mi madre a mi edad había hecho…” o por el contrario “mis padres a mi edad aun no habían logrado…” estas diferencias que se pueden observar más a nivel individual (considerando la familia como unidad) pasa también a nivel generacional, es decir, puede haber una similitud a nivel colectivo. Hay muchas cosas que lo producen porque son muchas las cosas que han cambiado de una generación a otra. En la época de nuestros padres, la vida se vivía de manera distinta al igual que las prioridades también podían ser otras, el nivel educativo también difería al igual que otra cantidad de elementos. Entre el cambio generacional que se observa con mayor frecuencia en esta “generación de cristal” es la libertad de expresión, cosa que evidentemente no está mal, pueden que en otras generaciones no haya sido tan fácil alzar la voz para decir lo que pensamos y por supuesto, darlo a respetar. Esta generación ha conseguido hacerlo, en este sentido, no se trata de que no aguantan nada, es que dicen lo que piensan. Por otro lado, es una generación que se caracteriza por permitirse sentir plenamente, no significa que todos los demás que no nos encontremos en esta generación no sintamos, pero puede que no se nos haya permitido del todo sentir y entender nuestras emociones por el propio pensamiento de que “quienes lloran son débiles” o que “siempre hay que decir que estamos bien”, es probable que lo que hayamos tenido son límites para conectar con nuestras emociones. Evidentemente son características que a nivel general se han podido denotar, pero que no significa que a nivel particular absolutamente todos hayamos pasado las mismas situaciones. La prioridad que pueden tener la nueva generación está más dirigida a vivir, a experimentar, a conocer y a disfrutar, es probable que generaciones más antiguas hayan tenido como prioridades más dirigidas hacia los demás, hacer una familia e igualmente con miras hacia el futuro. No significa que esta generación no piense en futuro, significa que saben que para llegar al futuro tenemos que vivir el HOY. Adicionalmente, el ritmo de vida cada vez es más rápido, nosotros nacimos en un momento social que era más rápido que el de nuestros padres y, por tanto, mucho más rápido que el de nuestros abuelos. La evolución social genera cambios generacionales. Es por eso por lo que lo que para nosotros puede ser una sobreestimulación, para esta generación puede que sea una estimulación normal, es por eso por lo que, da la sensación de que no se pueden aburrir o que vean que aburrirse esté mal y no lo soporten, ellos también tratan de responder hacia las demandas del ambiente. Hay otro factor muy importante que me gustaría destacar y es la resiliencia. Me comentaban hace unos días que hoy en día no se ven tantas profesiones referidas a oficios, cada vez hay menos carpinteros, albañiles, etc. oficios que sin duda son esenciales, y que ahora todos quieren tener una carrera y otro tipo de profesiones… este es un ejemplo de cambio generacional, es probable que nuestros abuelos, no hayan tenido la posibilidad de acceder a estudios profesionales, es por ello por lo que en estas épocas había más formaciones referidas a oficios. Nuestros padres priorizaron la educación como medio para surgir y encontrar mejores empleos… Con esto quiero decir que es probable que teniendo trabajos e ingresos más estables y que nos permitan vivir mejor, le demos todo lo que nos pidan nuestros hijos, hasta el punto de que desconozcan que significa un NO por respuesta, cosa que puede que a nosotros nos hayan dicho más de una vez. Este “tenerlo todo” no permite el desarrollo de la resiliencia, más bien, genera la creencia de que “nos lo merecemos todo” y que “lo que quiero, me lo deben dar” en vez de “lo que quiero me lo tengo que ganar, así que me debo esforzar por conseguirlo” Quiero acotar, que por tanto, estos mismos pensamientos sobre ellos, sobre como son, como actúan y como viven, nos debe dirigir a preguntarnos sobre lo que le enseñamos, le inculcamos, le ofrecemos, le permitimos y que esperamos de ellos.

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¿Eres una Persona altamente sensible?

Todas las personas somos diferentes, algunas personas le gustan unas cosas, a otros otra, prefieren y piensan de manera diferente a los demás y esto también ocurre en la manera en cómo percibimos y sentimos la información y por consiguiente, en cómo nos afectan las situaciones. Esta diferencia en como sentimos lo que nos ocurre y como nos afecta, genera muchísimo malestar en la persona, además, puede que ser difícil detectar dicha intensidad y empatizar con ellas. Es posible que si sientes que las cosas te afectan de manera distinta que a las demás personas de tu alrededor o que sientes los acontecimientos de manera muy intensa, te sientas identificado o identificada con este artículo. Esta alta sensibilidad en algunas personas se ha estudiado desde relativamente poco tiempo, es decir, se ha descubierto que es un rasgo de personalidad el cual no se estaba logrando estudiar a profundidad ni dándole la importancia real que tiene, como cualquier otro rasgo. Ser una persona altamente sensible, repercute negativamente en estas personas diariamente, empezando por el hecho de verse tildadas como exageradas y que lo que buscan es “llamar la atención”, cosa que evidentemente no es así. Además, son personas que por la misma razón tienen una alta sensibilidad, son más propensas que otras a presentar sintomatología correspondiente con trastornos afectivos, en síntesis, pueden tener una predisposición a tener ansiedad o depresión. Las personas altamente sensibles, suelen ver la vida con colores muy intensos (metafóricamente hablando), y el desconocimiento sobre el PAS, hace que tampoco se entiendan ellas mismas, con lo cual, la gestión de su propia emocionalidad se ve comprometida. Ya no solo se trata de las opiniones que recibe de los demás, sino su propia opinión acerca las cosas que le ocurre, su autopercepción y, por ende, su autoestima y autoconcepto. Esta alta sensibilidad, tiene que ver con el desarrollo muy elevado del sistema neurosensorial de estas personas, es decir, la información que reciben a través de sus sentidos difiere en cantidad comparándolas con las personas que no tienen PAS, lo que genera una alta afectación en la persona por la propia saturación en la información entrante, es por esta razón que personas altamente sensibles suelen presentar mayores niveles de estrés y dificultades de afrontamiento. ¿Cómo saber si soy una Persona Altamente Sensible? 1. Necesitas más tiempo para comprender las cosas que ocurren a tu alrededor. 2. Vives emociones muy muy intensas 3. Te sientes saturado/a o sobreestimulado/a con frecuencia. 4. Lo que ocurre a tu alrededor te afecta, aunque se traten de pequeños detalles. 5. Consideras que eres una persona muy perfeccionista 6. Sientes con frecuencias que te agobias 7. Evitas mayormente los conflictos 8. Sientes la necesidad de agradar a todos 9. Sueles asustarte con mucha facilidad. 10. Sueles tener una gran capacidad empática. Se ha visto que las personas altamente sensibles tienen un componente hereditario, y que en estos últimos años se ha observado el aumento en personas que acuden a consulta con estas características e incluso mayor presencia de este rasgo en población joven. Aunque este rasgo de personalidad puede presentarse en hombres y mujeres por igual y que al tener un componente genético puede manifestarse también desde edades tempranas, hay que conocer que algunas de estas características pueden tender a confundirse con sintomatologías correspondientes a patologías. Es por eso por lo que debemos de tener mucho cuidado a la hora no solo de valorar como nos sentimos sino también en solicitar la ayuda adecuada.

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¿Para ser felices debemos desapegarnos?

Me han comentado muchas veces en consulta las siguientes frases “igual el problema que tengo es que me debo desapegar…” “para ser feliz no puedo apegarme…” “Sería más feliz si lograr no apegarme a nadie” y un sinfín de frases de este estilo, a lo cual suelo responder: ¿Crees que podemos vivir sin apego? Para empezar, es muy complicado, incluso podemos decir que imposible vivir sin apego, por el simple hecho de que somo seres sociales, vivimos y generamos vínculos emocionales con las demás personas, mascotas e incluso cosas que se vuelven significativas para nosotros. De hecho, es posible recordar algún lugar donde nos sintamos seguros, en el que hayamos tenido nuestros mejores momentos u objetos que para nosotros son significativos, etc. con todas estas cosas hemos generado un vínculo afectivo a lo largo de nuestra vida. El apego es ese vínculo afectivo que creamos con nuestras personas cercanas y a quienes le otorgamos un gran valor. El apego lo creamos inicialmente con nuestros padres desde la infancia. El pensar que el apego como tal es la fuente del problema, es algo que se debe revisar, el problema no se reduce la importancia o el valor afectivo que otorgues a las personas, el problema más bien, puede estar derivado del tipo de apego que has desarrollado desde la infancia con tus figuras paternas. Igual esto último puede ser difícil de entender, pero te lo explicaré… El apego lo desarrollamos en la infancia con nuestros cuidadores y/o padres a través de la crianza. Hay varios tipos de apego, de hecho, Bowlby (autor de la teoría del apego) definió 4 tipos: Existe el apego seguro, el cual se crea a partir de un núcleo familiar presente, que ha atendido a nuestras necesidades, que nos ofrece una zona segura, es decir, la figura paternal y maternal han estado ahí para nosotros y gracias a eso percibimos que estarán ahí incondicionalmente. En la edad adulta esto se refleja en personas con buenas relaciones sociales, con pensamiento flexible, con una autoestima adecuada y seguros de sí mismos. Existe el apego ansioso o ambivalente, que se crea cuando no hay una figura constante para nosotros o es intermitente, nos genera incertidumbre y desconfianza. Una persona con este tipo de apego es una persona que busca la aprobación constante, por ejemplo, o que suele ser muy miedoso a la hora de separarse de su figura de apego, de tomar las riendas y escoger. De hecho, es muy posible que estas personas hayan sufrido abusos y violencia durante su niñez. Por otro lado, esta el apego evitativo, surge cuando los cuidadores no logran ofrecer una zona de confianza y seguridad al niño. Suelen crecer con miedo incluso a los propios cuidadores. Esto repercute en la vida adulta y se muestran como personas inseguras, con baja autoestima, y con problemas para relacionarse con los demás. Y, por último, hablamos del apego desorganizado, que es una mezcla entre los dos últimos. Los niños suelen presentar conductas impulsivas y gestionar de manera inadecuada sus emociones. Como has podido ver, el tipo de apego que desarrollamos con nuestras figuras paternas y cuidadores es fundamental para lograr desarrollar relaciones sanas con los demás. Este tipo de apego será la base de todos los demás y es entendible, por el hecho de que es lo que conoces, y detectar que el problema está ahí es realmente muy difícil. Los humanos seguimos un patrón conductual, es decir, es probable que, si hayas tenido problemas al relacionarte con una persona, puede que algo parecido te haya pasado previamente con otra, o que en un futuro te pase algo similar, es por eso que atajar este tipo de cosas a tiempo es necesario para poder modificarlas. La creencia de que el problema es el apego no nos ayuda a resolverlo, por el contrario, nos incita a generar más desconfianza en los demás, a relacionarnos de manera evitativa, a sentirnos mal si creemos que nos estamos apegando, a crear relaciones superficiales y al final, sentirnos solos. El apego, como comentaba antes, no solo se reduce a las relaciones personales o de pareja, hemos visto que empieza en la familia, pero que lo podemos llevar también a otros contextos, entre ellos el de amistad y el laboral. Cuando partimos de un apego ansioso o desorganizado, nos podemos desenvolver o relacionar de manera inadecuada con los demás, incluso en grados más intensos, crear una dependencia emocional, y es ahí cuando más se evidencian los problemas. Claramente la solución no es desapegarse, es poder gestionar adecuadamente nuestras relaciones, partiendo de identificar cómo nos estamos relacionando con los demás y también con las cosas. ¿Cómo podemos manejar de manera adecuada la manera en la que nos relacionamos con los demás o el apego que establecemos con el otro? Debemos empezar por identificar cómo es el tipo de relación que establecemos, si creemos que solemos apegarnos a las personas, a las cosas o elementos, al trabajo, etc.… dónde estamos depositando esa confianza y que tan seguros nos sentimos. Seguramente te parecerá extraño eso de “apegarse a las cosas” pero sí, esto pasa y mucho… en ocasiones las personas le otorgamos mucho valor a las cosas materiales, una casa, un regalo, una taza…. Y más allá del objeto en sí, se trata de lo que me hace sentir. Es difícil separarse de la casa en donde vivimos nuestra infancia, es normal que existan muchos recuerdos, hay un vínculo emocional con la casa y es normal que nos genere nostalgia partir. Sin embargo, cuando esto se vuelve traumático, algo no estamos gestionando adecuadamente. Si bien, en este caso, la casa nos trae recuerdos muy bonitos y ha sido nuestra zona de confort por tanto tiempo, una persona con apego seguro, podrá afrontar esta situación de cambio de manera más funcional, sabrá que en otro sitio creará una nueva zona segura, y que creará muchos más momentos agradables. Sin embargo, una persona con un tipo de apego ansioso, o evitativo, le costará mucho más aceptarlo,